Desde Songo – La Maya razones para poner delante el papel en blanco

Autora: Raquel Castro Milán.

Songo – La Maya, 14 mar 2024.- Aquí estoy este 14 de marzo ante el papel en blanco, como muchos otros periodistas, imagino. No resulta fácil hablar de una profesión a la cual hay que dedicar cuerpo y alma.

Es por eso que no hablaré de mi labor como redactora, me refugiaré en esos que han hecho de las letras, las imprentas, la tinta, las computadoras, máquinas de escribir o sus propias manos su razón de existir.

José Martí, el más grande de los cubanos, al referirse al oficio de la prensa manifestó: “La prensa debe ser el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa; se acepta lo que viene en forma de razonado consejo”.

Por su parte para Juan Gualberto Gómez ser periodista representó ejercer una profesión para combatir la esclavitud y el colonialismo. La profesión de la palabra tuvo a Juan Gualberto entre sus más brillantes periodistas, desde sus contribuciones y en la propia fundación de órganos de prensa que lucharon en los escenarios complejos y difíciles de la tregua fecunda. Sus textos hicieron de él un excelso polemista y combativo orador.

Más acá en el tiempo para mí hay dos nombres esenciales, no digo que únicos pues sería injusta con una pléyade enorme de hombres y mujeres que dedican su diario vivir al periodismo.

Uno de estos imprescindibles es Luis Sexto, para muchos, maestro incondicional. Reconocido por su modestia, humildad y el apego total a la verdad. Revisando en internet encontré una entrevista publicada en el sitio web Cubaperiodistas.

Al preguntarle ¿Qué es el periodismo?, esta fue su respuesta: “Una vocación de servicio. Soy periodista, no para darme gusto. Sí, cumplí mi vocación y hay una satisfacción interna, no hay dudas, pero también soy periodista para servir, no para que me admiren sino para servir a los demás. El periodista es un servidor público”.

Y para cerrar ese mismo trabajo sentenció:“Yo soy, en suma, un servidor de la gente, un servidor del lector. Estoy convencido de que la palabra, la palabra bien usada, es capaz de mover montañas, y sobre todo es capaz de hacer algo mucho más difícil: mover conciencias. Por lo tanto, entre mis propósitos subliminares, lo que está en el fondo, escribo para que la gente se entienda a sí misma, se construya a sí misma, y sobre todo valore la historia que nos alimenta, que nos ha convertido en personas. Mi momento cumbre podría ser cuando me otorgaron el Premio Nacional José Martí por la obra de la vida; claro, para mí el Premio no fue el fin de mi carrera, para mí el Premio no fue llegar a la cumbre, sino fue el oxígeno que me ayudó a seguir tratando de merecerlo. Esa es, en síntesis, la historia de mi vida: tratar siempre de merecer ser digno del periodismo cubano”.

He dejado para último a un hombre que tuve la dicha de estar muy cerca de él, Antonio Moltó Martorell. Todavía lo imagino al frente de cada intercambio con los periodistas santiagueros (su provincia por demás) y no logro asimilar su partida física pues sé que desanda cada emisora radial, televisora o periódico para impulsarnos a seguir adelante haciendo un mejor trabajo desde las redacciones.

En entrevista para el sitio digital Cubahora sobre el periodismo dijo: “No hay nada más cercano al médico, al maestro, que el periodismo, porque lo que tú haces no lo haces para ti. Tú cuentas las historias de otros y sientes pasión o dolor por eso. Es enorme la dicha que supone salir al encuentro de los demás, escuchar su aliento y su desaliento, su esperanza y frustración y acompañarlo con tu discurso, para esperanzarlo, no para que se hunda en su propia tragedia.”

Hoy 14 de marzo es bueno volver la mirada a estas opiniones de grandes del periodismo cubano de todos los tiempos para seguir apegados a la verdad y siendo útil allí donde nos necesiten.

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