El hermoso bronce de Yaimé

Autor: Rogelio Ramos Domínguez.

Songo – La Maya, 24 oct 2021.- Si alguien pensó que Yaimé Pérez Téllez rehuía de su bronce tendrá que mirar su pierna derecha, ahí tatuó la medalla que ganó con todo el cuerpo, con toda el alma, con el dolor que solo los deportistas entienden; son horas, años de sacrificio. Volvamos a esa palara, sacrificio, que los hacen renunciar al hermoso temblor de la cerveza, a amores furtivos o no, abrazos absolutamente queribles.

La Rusa más cubana que pueda imaginarse, que gusta de la música bailable, que tiene a su madre Yamila como una suerte de estandarte, se ha vuelto cada vez más cosmopolita, suelta; así la vi cuando entré a su pequeña salita, con el pelo desprendido hacia sus caderas, zambullida en un short cortísimo y una pequeña blusa que de alguna manera me exponía ante un cuerpo monumental, el cuerpo de la mejor discóbola de Cuba en los últimos años.

Un tiempo atrás fue tímida, ahora arremete. Cuando mencioné a Valarie Allman no dudó en decir que era la rival a tener en cuenta, lo sabían. Esta ex bailarina coordina sus movimientos como nadie y tenía un tiro de setenta metros (70,15 en noviembre 2020). No hablamos mucho de Sandra Perković, al final aquella mujer que fuera su rival sempiterna había escuchado los truenos de la derrota cuando los discos de Yaimé fueron cayendo uno a uno más allá que los de la más grande del mundo.

Casi vuelve a entrenar Yaimé Pérez, le quedan todavía encontronazos, sacrificios que se le han tornado imprescindibles, pero siempre vuelve a Songo – La Maya a encontrarse con los suyos. Esta semana la Asamblea Municipal del Poder Popular le reconoció. La vi estremecida, diciendo a su gente que quería dar más y que siempre pensaba en ellos.

Luego pasaba en su carro con su familia, a la ciudad quizá, a la vida de este Oriente que le dio nacimiento y carrera. Yaimé Pérez que me abre su puerta cada vez que viene. Amé verla esta vez, tan hermosa y segura de sí misma. No puedo otra cosa que darle las gracias. Y sí, me encanta su tatuaje. Es hermoso el bronce de Yaimé Pérez.

PD: Si yo fuera oficial y Yaimé se llevara el pare, pensaría en el verso que escribió con su disco en el aire de Tokyo, el alegrón que me dio en medio de la pandemia y le diría: “Campeona, gracias, cuídese que me hace falta otra medalla” pero yo soy solo un escribidor…

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