Los abanicos, otra de nuestras tradiciones…

Autora: Raquel Castro Milán.

Songo – La Maya, 17 mar 2024.- Uno de los accesorios más populares en la cotidianidad songomayense es el abanico.

Que lo mismo puede tener una función utilitaria que decorativa o incluso formar parte de nuestro atuendo. Y los hay de los más diversos tipos, materiales, tamaños y colores. 

El origen de este accesorio tan común y especial a la vez, es incierto y se pierde en el tiempo.

Podría afirmarse que se halla en épocas prehistóricas, cuando el hombre descubre el fuego y para avivar las llamas recurre a agitar el aire con cualquier objeto a modo de abanico.

Suposiciones aparte, tenemos conocimiento de que los abanicos fueron empleados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos, gracias a la aparición de ese instrumento en las representaciones artísticas de estos pueblos.

Con el paso del tiempo el abanico se fue convirtiendo en un objeto ornamental indicativo de poder.

También griegos y romanos utilizaron abanicos, y prueba de ello son las citas literarias de diversos autores clásicos.

Así, por ejemplo, Eurípides en su tragedia Helena habla de un eunuco que abanica a la mujer de Menelao mientras duerme, con el objeto de que los insectos no molesten su sueño; citando también este instrumento Menandro en su Eunuco, y Plauto, Marcial, Ovidio, Tibulo e Propercio en sus obras.

El abanico  también era conocido por incas y aztecas, pues entre los presentes de Moctezuma a Hernán Cortés figuraban seis abanicos de plumas.

En España, las primeras referencias del abanico aparecen en la Crónica de Pedro Cuarto de Aragón, en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey «el que lleva el abanico».

Un dato curioso es que entre los regalos de Cristóbal Colón a Isabel la Católica al regreso de su primer viaje a América, figura un abanico de plumas.

En Cuba, debido a nuestro clima, es frecuente ver a muchas personas utilizando abanicos para aliviar un poco la sensación de calor.

Aunque también puede tener otros usos: hay algunos más grandes que son utilizados en la decoración de los locales y hay otros con determinadas características particulares que se usan como armas en las artes marciales.

En su fabricación se emplean diversos materiales como: sedas, papel, plumas, bambú, encajes, marfil y maderas livianas.

El abanico fue introducido en esta isla durante la época de la colonia, y alcanzó su mayor auge en el siglo diecinueve.

Nuestro país no hizo ningún aporte significativo en la confección de este producto, sin embargo, sí se puede hablar de una costumbre que comenzó en aquella época: su decoración con obras de pintores cubanos.

Como casi todas las tiendas tenían sus propias fábricas, vendían abanicos adornados y lisos, para que el cliente demandara el diseño a su gusto. Aún se conservan varios pintados por Valderrama, Romañach, y otros artistas de los siglos diecinueve y veinte.

El abanico también sirvió para fines políticos. Durante la Guerra de la Independencia, los cubanos lo emplearon para enviar mensajes. Su código secreto, con el que jóvenes amantes se comunicaban en público, se modificó burlando así la vigilancia española.

En la era de la República neocolonial, los abanicos se utilizaron para plasmar los rostros de los candidatos electorales al igual que para mostrar propaganda de productos y servicios.

En cada país, el abanico posee sus particularidades, relacionados con el color, la textura, la forma y los movimientos.

Según teorías de los astro – analistas, es buena suerte tener un abanico, pues al moverlo su brisa puede quitar de nuestro camino lo desagradable.

Por si fuera poco, el abanico, además de convertirse en un elemento indispensable en la indumentaria, fue un instrumento de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba muy limitada.

Más allá de ayudar a soportar el calor, el abanico puede ser para la mujer cubana, sea joven o vieja, una parte de su feminidad. Aunque pueden usarlo todas las personas con independencia de su género o edad.

El abanico en Cuba y en Songo – La Maya es tan criollo como el son o el congrís.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *