El hombre, el destino y la suerte

Autora: Liliana Sierra Sánchez.

«El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida»

                                                                                               Anónimo

Songo – La Maya, 28 nov 2023.- No es extraño encontrarse en la vida cotidiana, con personas que creen que la vida es una cuestión de suerte, que las experiencias y oportunidades que se presentan espontáneamente, además de ser sorpresas, son la mejor manera de vivir.

Este tipo de personas confían más en los eventos externos y por esa razón esperan a que las cosas sucedan. Solamente creen en las coincidencias y que el universo les tiene preparado un gran futuro, sencillamente porque sí.

Según ellas, sólo tienes que “darle tiempo al tiempo» y resistir lo que te suceda porque al fin y al cabo, “después de la tormenta llega la calma”, así que lo mejor que puedes hacer es soportar las dificultades actuales, porque tarde o temprano, «vendrán tiempos mejores» para ti.

O sea, el destino que está escrito especialmente para ti te encontrará y ya no tendrás las complicaciones que tienes ahora, después de todo “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, así que algún día, quieras o no, tus inconvenientes terminarán.

Sencillamente, las cosas extraordinarias de la vida aparecen de forma inesperada, tú simplemente tienes que estar preparado o preparada para hacer uso de los buenos momentos que el destino te está ofreciendo o te ofrecerá, mañana mismo o en unos años.

Esta manera de ver la vida, aunque en ocasiones puede ser una ventaja, otras veces,  representa una gran limitación, mucho más cuando se trata de adolescentes y jóvenes que piensan así. 

¿Existe el destino? Antes de plantear esta pregunta habría que decidir qué es. La Real Academia, lo define como una “fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos”.

El destino sería una sucesión inevitable de acontecimientos de la que ninguna persona puede escapar.

La existencia del destino supone que nada ocurre por azar sino que todo tiene una causa ya predestinada, es decir, los acontecimientos no surgen de la nada sino de esta fuerza desconocida.

Pero ¿qué o quién es esa fuerza irresistible? ¿Por qué debe interferir en la vida del ser humano? Se dice que todo tiene un motivo, ¿pero cuál?

Es bien conocido en psicología que el ser humano necesita encontrar razones para lo que sucede. Si no las ves, las busca, y si no las encuentra, las inventa.

 A lo largo de la historia, los seres humanos se han apoyado en creencias y mandatos para justificar sus acciones y para restarle importancia a sus actos malos.

Si el destino como una existencia fija existiera ¿qué sentido tendrían cada una de nuestras decisiones? ¿alguien nos impulsa a escoger uno u otro camino?

El concepto de destino siempre ha estado relacionado con lo sobrenatural, se piensa que si nuestro futuro está predeterminado, alguien debe haberlo hecho.

Los griegos, y con ellos los romanos, dejaron muy claro quienes tejían el futuro de los seres humanos: las Moiras en Grecia y en Roma, las Parcas. Ellas, en el momento del nacimiento, decidían los actos y el momento de la muerte de toda persona.

Las personas que creen en la existencia de un destino predeterminado generalmente consultan a especialistas en el campo de las pseudociencias para que les digan qué es lo que les espera en el futuro.

En tal caso, se realiza la lectura de las líneas de la mano, o se tiran las cartas, como maneras de adivinación.

Para algunos psicólogos, creer o no en el destino es una cuestión personal y tiene múltiples causas, desde educativas, culturales y sociales hasta religiosas. La importancia que le demos a esa creencia, en un sentido u otro, marcará nuestra trayectoria personal.

De una manera directa o indirecta, la creencia en el destino determina que hoy en día muchas personas, incluyendo a un gran número de songomayenses, consulten horóscopos, adivinos, espiritistas y santeros.  De esta forma encuentran respuestas a sus preguntas y tratan de asegurar su futuro.

Esto es parte de las tradiciones del cubano, sin embargo, hay quienes llegan a los extremos y dejan de tomar decisiones o de actuar por sí mismos.

Es verdad que a veces suceden cosas que nos sorprenden, como por ejemplo conocer a alguien en un determinado lugar en curiosas circunstancias; o esa suerte que un día aparece de modo inesperado; o una elección que tomamos sin saber muy bien por qué… ¿Es la casualidad?

 Aunque es recomendable tener una mente abierta, un modo de pensar en que no pongamos obstáculos ante lo que nos rodea; la cuestión es que si aceptamos la existencia del destino, asumimos también que gran parte de lo que nos sucede está marcado por designios, es algo que por tanto escapa a nuestra comprensión y puede que hasta de nuestra propia consciencia.

Entonces ¿dónde queda nuestra responsabilidad? ¿Cómo podemos ser responsables de algo que no controlamos?

Hay científicos que afirman la existencia de un “destino casi obligado”, y es el relativo a la herencia. Esto significa que la genética de nuestros progenitores en ocasiones nos determina en muchos aspectos, a veces en carácter, rasgos físicos, enfermedades…

El contexto social y personal en el que somos educados también puede afectarnos en mayor o menor medida.

Pero por otra parte también tenemos el concepto del “libre albedrío”, donde cada persona está condicionada por sus propias elecciones, por su propia historia personal y por su vida en una sociedad que le permite ir por un camino o por otro, reconociendo errores, confiando en uno mismo y asumiendo nuevos retos o proyectos.

O sea, que la vida no se teje en las estrellas, sino en nuestra propia realidad y en el día a día que nos va poniendo pruebas y retos, por lo que somos libres de establecernos metas y de conseguir nuestros propios logros.

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