Omar o cuando la fe hace el camino

Autora: Maylín Ros Torres.

Songo – La Maya, 11 mar 2022.- Hace unos años atrás tuve un sueño. Iba por un camino en medio de matorrales a la luz del día y vi una pendiente cortada por un arroyo. Al otro lado había mujeres vestidas de blanco en un bohío de madera con techo de guano y sin ventanas, como esperando.

Crucé el arroyo. Entonces observé mis piernas con la falda levantada y los pies sortear las piedras sobre el agua, sin mojarme. Las mujeres en franco jolgorio comenzaron a decir: ahí viene, ahí viene.

Miré hacia atrás y vi a una mujer morena vestida de azul, con cabellera riza y una corona de oro bajando la Loma, flotando entre la tela varoposa. Cuando llegó a mi lado me cubrió con su manto y desperté.

Dos días después mientras agonizaba por un embarazo ectópico, la silueta de un niño pequeño con melena alborotada interrumpió mi camino hacia un túnel de luz infinita que se abría ante mí y abrí los ojos nuevamente.

Cómo entender esos sueños, cómo llamarles: ¿sueños, revelaciones, fe infinita, coincidencia?  Los escépticos dirán que solo fue un sueño, los creyentes dirán que son revelaciones.

Hoy vuelvo a sentir una emoción parecida cuando sigo las noticias de Omar, nuestro pagador de promesas por asuntos de salud de su hijo, un milagro que solo puede entenderse cuando se confía más allá de la ciencia.

Las redes se vuelven hormiguero porque los medios no lo ponen en el panorama del país y coincido, nos falta reflejar esa parte de la vida de los cubanos, esa cadena de hermandad que se ha tendido por un credo que casi todos compartimos.

Ojalá al menos Julio Acanda le dedique una crónica de domingo, bien lo merece, por él, por su hijo, por ti y por mí, que me encomiendo a ella, a mi cachita, con la esperanza de que siempre, vestida de azul o amarillo me cubra con su manto y me despierte.

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