De los derechos de la mujer hablamos hoy desde Songo – La Maya

Autora: Raquel Castro Milán.

Songo – La Maya, 9 ene 2024.- Hablar del trabajo de la mujer cubana, constituye un reto. La mujer ha sido y es  el eslabón fundamental  en la construcción de nuestro sistema socialista.

Desde los mismos inicios de la guerra por la independencia, la mujer se reafirmó en los diferentes escenarios de lucha. Ejemplos se sobran.

Con la victoria revolucionaria el primero de enero de 1959, el protagonismo de la mujer dentro del naciente proceso revolucionario se hizo sentir en gran manera.

La Revolución Cubana permite a la mujer irrumpir en los diferentes ámbitos laborales, ya sea en la educación, en la esfera científica, económica, política y social.

Pero hagamos un breve recuento del accionar de la mujer y el largo camino recorrido hacia su libertad, mediante la participación en diferentes momentos históricos de la Cuba colonial, neocolonial y revolucionaria que ha marcado la vida de cada cubano.

La conquista y colonización de Cuba, en los primeros años del siglo XVI, encontró un muro de rebeldía entre los pacíficos habitantes de la isla, desde Hatuey, que fue quemado vivo por enfrentar el crudo genocidio a que eran sometidos los indios, hasta los negros esclavos traídos de África.

Desde esos lejanos tiempos, ya la mujer comenzó a tener protagonismo. Carlota, una negra esclava, se sublevó el cinco de noviembre de 1843 en el Ingenio del Triunvirato. Ella dirigió una rebelión que logró extenderse por toda la provincia de Matanzas, y otros ingenios cercanos. Carlota murió combatiendo por la libertad de los esclavos. Como homenaje a esta digna mujer, la misión internacionalista en Angola fue bautizada como Operación Carlota.

Para 1895, otras muchas mujeres se destacaron, podemos mencionar a Adela Ascuy, capitana de sanidad militar, que participó en más de cuarenta combates; e Isabel Rubio, cuya casa fue el mayor centro conspirador de Pinar del Río.   No podemos hablar de la mujer cubana  sin mencionar aquellas que constituyen ejemplo vivo de rebeldía: Mariana Grajales, la madre de los maceo, fue un símbolo de valor, aguerrida combatiente que inculcó a todos sus hijos los ideales de independencia y de lucha contra el dominio colonial español. De Rosa, la Bayamesa, que alcanzó los grados de capitana participando activamente en las cargas al machete, de Melba y Aydée, de Celia y Vilma.

Ana Betancourt fue seleccionada para dirigir a los principales jefes de la guerra de independencia, en uno de sus discursos la patriota camagüeyana diría: (…) “la mujer cubana, en el rincón tranquilo y oscuro del hogar esperaba paciente y resignada esta hora sublime en que la revolución justa rompe el yugo y le desata las alas… habéis destruido la esclavitud del color emancipado al ciervo. Llegó el momento de libertar a la mujer”.

La destacada participación de la mujer en la obra de la Revolución, su emancipación económica, política y social, y el lugar ascendente en la sociedad, no ha limitado su papel en el seno familiar. La mujer es madre, y es esposa, es esa doble jornada que nos corresponde desempeñar día tras día, lo que hace de las féminas cubanas, un baluarte indestructible de nuestra Revolución.

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