Los tan llevados y traídos valores que no debemos perder

Autora: Raquel Castro Milán.

Songo – La Maya, 22 abr 2023.- Para muchos dar los buenos días, pedir permiso, hablar en voz baja, mantener el orden y la disciplina donde quiera que estemos en cuestión de otros.

Y es que a eso que llamamos buenos modales o valores elementales de convivencia no lo podemos olvidar nunca. Es un tema muy peliagudo en los tiempos actuales y para reflexionarlo con calma y detenimiento pues todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad.

La formación de valores en las nuevas generaciones, es un proceso complejo que comienza desde los primeros años de vida del niño y permite que se vayan formando sus cualidades humanas, sus criterios y opiniones respecto al mundo que le rodea y de su propia actuación.

En la medida que el contenido de esos valores se arraiga en el niño o en el joven, se va formando la escala de valores personales en su conciencia, al tiempo que ejercen importantes funciones orientadoras, valorativas y reguladoras de la conducta de los individuos; por tanto pueden encaminarse a reafirmar el progreso moral, el crecimiento del humanismo y el perfeccionamiento humano.

Hay que tener en cuenta, que en la formación de valores de las nuevas generaciones, influyen los valores objetivos de la realidad social que recibe el niño y el joven de la vida práctica y los valores institucionalizados que le llegan a través de: el Sistema Nacional de Educación, la familia, la comunidad, las instituciones culturales, las organizaciones sociales y de masas, así como de los medios de difusión masiva.

Cada uno de estos factores tiene su papel en el proceso educativo, pero, para lograr el fin propuesto, se requiere de un trabajo coordinado de todos los elementos que inciden en él de manera fundamental.

Hoy es una preocupación la desvalorización por así decirlo que hay entre las nuevas generaciones y todos los organismos y entidades están llamados a contribuir con la formación de valores.

Un hombre tan preclaro como el Che haciendo alusión a este tema en la década del sesenta del pasado siglo expresó: «La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela».

Todas las acciones que se realicen en la sociedad deben estar encaminadas al fortalecimiento de la conciencia del ser y del hacer y por tanto a la transformación del propio hombre.

Se involucra al individuo como sujeto y objeto de la educación, o como sujeto-objeto, en el proceso en que al transformarse a sí mismo actúa sobre los demás.

«El proceso es doble, por un lado actúa la sociedad con su educación directa e indirecta, por otro, el individuo se somete a un proceso consciente de autoeducación». La directa está vinculada con las instituciones sociales y tienen como función principal la formación de elementos de la cultura general, técnica e ideológica; la indirecta, es la que lleva a cabo la sociedad a través de sus relaciones cotidianas de convivencia, la que asimilada por las masas en forma de normas, hábitos y costumbres, llega a convertirse en patrón de conducta. Es la fuerza que ejerce la masa que ha adquirido nuevos valores sobre las desviaciones individuales.

Los cambios que enfrentamos, necesarios para el desarrollo del país, no significan una renuncia al proyecto social de la Revolución cubana, por tanto, debemos continuar formando a las actuales y nuevas generaciones bajo esos principios, lo que implica rediseñar el trabajo de los diversos factores que intervienen en dicho proceso.

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