El 30 de noviembre de 1956 y el protagonismo del pueblo uniformado

Autora: Raquel Castro Milán.

Songo – La Maya, 30 nov 2022.- Santiago de Cuba, se caracteriza por su hospitalidad y rebeldía, cada 30 de noviembre se recuerda con vehemencia un hecho que marcó el destino de esta urbe cubana.

En 1956 se levantaba en armas una ciudad y su gente para apoyar el desembarco del Yate Granma y cumplir con la palabra empeñada al líder de la Revolución que ya se gestaba en las calles cubanas.

Meses antes

Se reunió Fidel Castro en México con el joven Frank País quien era el jefe de acción y sabotaje del movimiento 26 de julio con quien coordinó las acciones del levantamiento para apoyar el desembarco del Granma.

Se previeron varias acciones para realizarlas al unísono: el bloqueo al cuartel Moncada para impedir el envío de fuerzas a los sitios de combate, así como ataques a las estaciones de la Policía Nacional, en la Loma del Intendente, y Marítima, en La Alameda.

En esas acciones caen en combate Pepito Tey, Otto Parellada y Tony Alomá.

El hecho desde diferentes visiones

Taras Domitro describió el hecho así: «se comenzaría con un bombardeo al Cuartel Moncada con un mortero. Al frente de esta operación estaban Léster Rodríguez y Josué País. Pero ambos fueron detenidos antes de la hora señalada. Cuando íbamos a pie en la misma esquina del Instituto de Segunda Enseñanza, por el fondo, pasó un sargento que nos conocía muy bien a Josué y a mí. Nos detuvieron a los dos y las armas se quedaron sin utilizar en el tiempo convenido. Al no sonar el mortero, hubo desorganización y desconcierto».

Por su parte Léster Rodríguez explicaría: “el plan para el 30 de noviembre fue concebido por Fidel en su parte general. Hacía falta que se llevaran a cabo acciones en el resto de la Isla que impidieran al ejército batistiano trasladar sus efectivos con suficiente rapidez a la zona de desembarco. Hubo compromisos de levantamiento en Las Villas y Matanzas; y de otras acciones en parte de La Habana y Pinar del Río. En Oriente debían realizarse de manera simultánea en Santiago, Puerto Padre y Guantánamo; los compañeros de Bayamo y Manzanillo se iban a incorporar al desembarco, que sería por esa zona”.

El joven Frank País lo resumió magistralmente: “La ciudad amaneció bajo un tiroteo general. Armas de todos los calibres vomitaban fuego y metralla. Alarmas y sirenazos de los bomberos, del Cuartel Moncada, de la Marina. Ruido de aviones volando a baja altura. Incendios en toda la ciudad. El Ejército Revolucionario dominaba las calles y el ejército de Batista pretendiendo arrebatarle ese dominio. Los gritos de nuestros compañeros, secundados por el pueblo, y mil indescriptibles sucesos y emociones distintas. La población entera de Santiago, enardecida y aliada a los revolucionarios, cooperó unánimemente con nosotros. Cuidaba a los heridos, escondía a los hombres armados, guardaba las armas y los uniformes de los perseguidos; nos alentaba, nos prestaba las casas y vigilaba el lugar, avisándonos de los movimientos del ejército. Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda valentía en los momentos más difíciles de la lucha.”

El compromiso de una ciudad con sus hijos

Lo más grandioso del 30 de noviembre fue el protagonismo del pueblo santiaguero. La dictadura de Batista arreció su crueldad con una brutal represión. Entonces la rebeldía y hospitalidad de una ciudad en pleno se puso a prueba. Se abrían puertas por doquier para resguardar a los combatientes quedando, de igual manera se protegieron las armas, los uniformes y los heridos.

Es por ello que hasta nuestros días el levantamiento del 30 de noviembre de 1956 llega como uno de los hechos gloriosos llevados a cabo en las postrimerías de la lucha insurreccional cubana y aunque militarmente no tuvo éxito, pues el yate Granma arribó dos días después de lo acordado, si se puso de manifiesto la fuerza del movimiento revolucionario, su identificación con el pueblo y las ansias de libertad que animaron a continuar la lucha hasta el triunfo definitivo.

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