Pablo Milanés: Me queda él, me quedan sus letras, me queda su voz…

Autora: Maylín Ros Torres.

Songo – La Maya, 22 nov 2022.- Los mejores años de mi vida, los irrepetibles, pasaron con una canción de Pablo colgada al oído…Todos los ojos te miran, todas las manos te tocan… Tenía 16 años y estudiaba en la Vocacional Antonio Maceo y era feliz, al menos así lo sentía.

El Teatro Heredia se convirtió en el refugio de fin de semana. Allí nos fuimos Rachel, Yordanka, Yoannis y yo. Nos llenamos de luz, de la paz que solo transmiten los grandes de la música. Vimos bailar Giselle por Alicia Alonso, su última presentación, cayó al escenario y fue ovacionada con el público totalmente de pie por casi 20 minutos.

Allí saboreamos las canciones de Silvio, las de los actos y las otras, las desconocidas, que hablan del hombre y del amor y de la vida, y de apagar el interruptor y encender el sol. Allí también pude disfrutar a Pablo Milanés.

Una hora y tanto desgranando la poesía que solo él pudo convertir en hermosos regalos. Le pido que imagine su voz en grabación de estudio: limpia, poderosa y muy agradable. La platea me regaló lo mismo.

No necesitaba disfraces informáticos porque todo lo llevaba en su garganta, todo lo entregaba en un concierto. Respetuoso con el público, conversador ni poco ni mucho, pero intercambió con la gente y sonrió, como ya dije en otro escrito, con su risa negra y sus dientes blanquísimos.

No pude tocarlo, no pude rozar su anatomía, no pude cantar todas las canciones, no pude volver a disfrutarlo nunca más en vivo. La fatalidad geográfica me ha impuesto mucho, pero siempre le conservé en el gusto y la memoria.

Lamento que su música se utilice casi exclusivamente en actos públicos, cuando sus canciones alcanzan otras orillas. Lamento no verlo más en televisión o escucharlo en la radio o en las bocinas que amplifican con tanto ruido en cualquier sitio, sean institucionales o no.

Me queda él, me quedan sus letras, me queda su voz y el saber que Pablo Milanés, más allá de cualquier credo o bandera, es un símbolo de la cultura cubana y como tal, debemos hoy hacer un profundo silencio.

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